martes, 7 de abril de 2015

La carne de caza tiene alto valor alimenticio


      Actualmente en España, este sector supone una actividad cultural, social y económica de gran importancia, debido a que la caza en nuestro país ha crecido de forma espectacular, tanto en las repercusiones económicas de sus acciones como en la cantidad de activos que se dedican a estas actividades. La carne de caza española es la más exportada en todo el mundo, pero sigue siendo poco consumida dentro de nuestras fronteras.
      Otros factores que influyen en el crecimiento del sector son la gran tradición cultural de esta actividad y el aumento del tiempo de ocio, el crecimiento de la renta familiar disponible y el incremento de la movilidad, el desarrollo de los transportes, el abandono de las explotaciones agrícolas y la posibilidad de obtener una renta complementaria a la renta agraria aprovechando la caza.
    

      Como carne de caza encontramos ciervo, jabalí, perdiz, y liebre. La primera de ellas, la de ciervo, está considerada como un excelente producto a nivel nutritivo y  la carne roja más saludable y natural del mercado. La carne de jabalí, por su lado, tiene grandes características beneficiosas para la salud humana ya que posee vitaminas, proteínas, hierro, calcio, potasio, fósforo, magnesio… Nutrientes muy positivos para combatir algunas enfermedades como la diabetes, el colesterol o la artritis.
       La carne de perdiz es un alimento que aporta un importante número de nutrientes, pero lo más destacado es que contiene un 75% de agua, por lo que favorece la hidratación del organismo.
      La liebre ofrece un gran aporte de vitaminas y minerales básicos para completar una dieta sana. Se trata de una carne roja muy rica en hierro, fósforo y con proteínas de alto valor biológico, además de tener muy poco contenido en grasa y sodio. Aunque puede confundirse con el conejo en el momento de su compra, la carne de liebre tiene un sabor más intenso ya se nutre de las hierbas que ha consumido el animal durante su vida.



          La carne de caza silvestre se trata y despieza de la misma forma que las ganaderas, pero a su vez necesita de unas salas de tratamientos especiales. El proceso comienza en el mismo campo en el que se ha desarrollado la actividad cinegética, ya que hasta allí se desplazan las empresas especializadas en este producto con vehículos frigoríficos especiales que las transportan hasta las instalaciones donde serán tratadas.

       Una vez en las instalaciones, un veterinario realiza una inspección, además de las pruebas de laboratorio que se consideren, y de esta forma se verifica que la carne es apta para el consumo. Una vez comprobada, la carne es marcada con un sello sanitario que, junto a un documento en el que figuran las mismas indicaciones que en el marcado sanitario, le permite ser comercializada.

       El envasado y etiquetado de la carne de caza se suele hacer individualmente por piezas y en la misma industria fabricante. Tras este paso, se distribuye por los centros y empresas. En términos generales, pueden considerarse dos tipos de empresas: regional o nacional y exportación. Precisamente la exportación es la que registra la cifra de negocio más alta ya que más del 90 % de la carne que se produce en España se exporta, sobre todo a países europeos como Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Portugal e Italia.


         Todos estos pasos siguen los requisitos higiénicos que establece la ley, por lo que la calidad de la carne de caza es similar a la procedente de animales de granja. Es un producto que satisface las necesidades del consumidor, ya que es tradicional y artesanal y se elabora con pocos aditivos y conservantes. Lo que diferencia España de otros países es que aquí la caza se cría en libertad y el animal se alimenta de lo que obtiene de la naturaleza: sin aditivos, sin piensos, sin hormonas, sin antibióticos,etc. Por ello, esta carne posee numerosos beneficios para la salud porque tiene un contenido en grasa y calorías mínimo.