miércoles, 18 de febrero de 2015

Ciervos atrapados en la nieve


Realizar los rastros para la zorra y hacer la espera

     
      La técnica consiste en crear uno o varios senderos olorosos usando delicatesen para raposos o despojos y mondongos de ovejas, cabras, etc. y aguardar pacientemente su llegada en un puesto que habremos levantado en la confluencia de los rastros.

    Dedicar un rato a intentar quitar algún zorro del coto, más por obligación que por devoción es algo que se debería hacer. Algunos suelen cejar en su empeño cuando se topan con las dificultades propias de su caza sin un mínimo de conocimientos ni experiencia en estos animales. La zorra termina por desesperarle, pues dista mucho de ser un animal sencillo de finiquitar. De poco sirve trampear ni aguardarlos con arma si no sabemos meridianamente cuándo, dónde y cómo hacerlo; y mal zorrero resultará aquel que no disfrute como un chiquillo intentando ganar la partida a un contrincante tan avisado y esquivo, echar una mano a las acosadas especies de menor y, en muchos casos, incluso de mayor esta alimaña depreda también sobre crías de corzo
    Otro tipo de caza, por poner un ejemplo, es la caza con chillo, algo divertido de verdad, eficaz y que muy pocos cazadores actuales han practicado. Otra la caza con jaulas, las batidas, los lazos. Etc. en este caso hablaremos de la espera.

Zorro cazado en espera


Cómo fabricar el cebo… y crear el rastro

      Lo primero que necesitamos será el cebo. Lo apropiado, el caviar de la raposa, son los mondongos de oveja o cabra, pero también de cerdos o vacas, dependiendo del tipo de ganadería más corriente en la zona y a cuya carroña estarán habituadas. En ausencia de lo anterior, prácticamente cualquier despojo podría servirnos, sin olvidar que las vísceras de una res de caza mayor será igualmente un reclamo irresistible. Resulta muy aconsejable dejar la carnaza al raso algún día, pues aumenta su atractivo para el agudo olfato del zorro a la par que disminuye para el nuestro. A la caída de la tarde, a falta de un par de horas para que anochezca, será el momento apropiado para salir al campo y empezar a marcar rastros. El menú debe estar bien atado de modo que no se desprenda nada que no sea ‘aroma’, aunque lo mejor, para que aguante el arrastre sin problemas, es hacer una especie de bolsa o recipiente con malla metálica lo suficientemente espesa como para que no escapen ‘tapas’
     La forma de hacerlo es la primera es ‘a pata’, aunque según los decanos es necesario embadurnarse bien las botas pisando la carnaza antes de comenzar a caminar arrastrándolo con una cuerda de dos o tres metros, camuflando nuestra peste para que la presa, sobre todo si es zorro viejo, no recele. Antaño se utilizaba una caballería para este menester, y sería una fantástica opción para quien tenga la posibilidad. La otra opción, y la más rápida, es servirse del coche creando el rastro a lo largo de los caminos que serpentean por el coto, sacando el cebo por la ventanilla y arrastrándolo hasta un cruce de caminos donde situaremos la espera.
Arrastrar un cebo
       Era una de las técnicas más explotadas por los alimañeros legendarios, si bien estos pocas veces se colocaban a la espera con arma, sino que la usaban como método de trampeo. Solían trazar un sendero oloroso, a menudo kilométrico, utilizando despojos o recetas especiales de cebos de lo más elaborado y, cada cierta distancia, interrumpían el trazado con cepos o lazos, con unos resultados que a los hábiles daba para vivir mejor que la mayoría a cuenta de las pieles y de las recompensas de ayuntamientos.
¿Dónde me coloco?
El enclave a elegir para realizar la espera es crucial por varios motivos. Lo fundamental, como para otras muchas modalidades, es no airear hacia donde la presa debe aparecer, por razones obvias. Si el viento sopla en contra podemos recoger los bártulos e irnos, pues sólo lograremos escamar al zorro que difícilmente volverá a picar otro día. El puesto debe tener buena visibilidad, a ser posible permitiéndonos localizarle mucho antes de que llegue a nosotros, y con un campo de tiro que nos facilite poder apuntar con sosiego en caso de que nos detecte al llegar y emprenda la fuga. Se puede crear un rastro simple y colocarnos de espera al final de éste o, mejor aún, crear varios desde otras direcciones que vengan a confluir frente a nuestro puesto, con lo que multiplicaremos las probabilidades de éxito.

¿Cómo hacer el aguardo?
Aguardar bien camuflado nunca está de más, pero no es tan crucial como permanecer inmóvil, pues la raposa capta sobre todo el movimiento. Es una pena arruinar el lance después de toda la labor de ‘rastreo’ por no templar los nervios y removernos descontrolados en nuestro asiento al verla venir. Este es el momento en el que a menudo nuestro objetivo emprende una carrerilla impaciente, si no nos ha detectado, ante la presencia del premio por el que viene suspirando. Es el instante cumbre, la aparición estelar y fulgurante del cartucho del 00, tan apropiado, tan contundente. Qué con los rifles se van la mayoría.