domingo, 26 de enero de 2014

Daños del jabalí en la agricultura

      El jabalí es tremendamente voraz en los campos de cereales, el maíz, o las huertas. Devora y destroza los campos de patatas, la vid, los frutales, etc. Las raíces y los brotes tiernos constituyen un manjar para ellos. Se prolifera con mucha facilidad ya que, tienen más de una camada al año.
     Los agricultores, temen la visita de una manada de estos animales a sus cultivos. Pero estas visitas son cada vez más frecuentes y, las consecuencias, cada vez más evidentes. Estos animales están dotados de un sentido del oído y del olfato excepcional. Son muy astutos y detectan el peligro de forma prodigiosa. En España no tienen depredadores naturales, salvo el lobo, en zonas muy reducidas de nuestra geografía, pero estos, además, prefieren buscar piezas menos peligrosas para su alimentación. Enfrentarse al colmillo del jabalí no es demasiado agradable.
      El jabalí es muy temeroso de los perros huyen cuando detectan su proximidad, pero no dudan en atacarlos cuando se siente acosado. Los jabalís suelen causar graves heridas a los perros cuando estos los acosan, llegando en muchos casos a provocarles la muerte. La proliferación de la población de jabalíes, es un verdadero problema para la agricultura. Estos animales, al no tener depredadores naturales que controlen la expansión de su especie, son cada día más abundantes. El lobo es el único depredador natural en nuestro país, pero este está prácticamente desaparecido en la mayor parte del territorio y, allí donde existe alguna manada, prefieren alimentarse de capturas más fáciles que la que supone enfrentarse al temible colmillo del jabalí.



    Los cazadores, son los únicos que limitan la imparable expansión del jabalí y gracias a nosotros aunque a veces estamos mal considerados no se extienden mas provocando daños de accidentes y de agricultura sin contar los daños a la caza menor. Los agricultores se verán privados de los únicos que hoy por hoy ponen límites a los jabalíes que tantos daños les causan en sus cultivos, y alguien tendrá que hacerse cargo de los accidentes de tráfico provocados por los jabalíes.
    Si no fuera por los cazadores los ayuntamientos tendrían que contratar, y pagar, a las sociedades de cazadores para que eliminaran y ahuyentaran a los jabalíes de sus términos. A la administración central y autonómica, a indemnizar a los agricultores por los estragos que causen los jabalíes en sus cultivos. Esa será, irremediablemente, la consecuencia de tanta persecución y falta de parcialidad y explicación a los jóvenes. Sabemos que somos una de las últimas generaciones de cazadores, si no se cambia  la estrategia cultural en la que los cazadores parecemos unos asesinos de estos pobres animalicos.

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