Las cabras se pasean por los pequeños pueblos del maestrazgo que casi no tienen habitantes ocupando los espacios públicos como parques o las plazas del pueblo y van comiendo lo que encuentran a su alrededor como puede ser las flores de las macetas o jardineras, al principio hace gracia el verlas, pero luego no crean más que inconvenientes, no respetan nada y pueden causar accidentes en las carreteras por su paso incesante.
No son tan bien recibidas en
Gargallo, una localidad de 120 habitantes situada entre un cerro rocoso de las
estribaciones de la cordillera Ibérica turolense y el río Escuriza y atravesada
de norte a sur por la carretera Nacional 420 (Córdoba-Tarragona) que comunica
la capital provincial con el Bajo Aragón. Según advierte el
alcalde, Agustín Ramos, cabras y corzos bajan del risco y cruzan la
travesía para beber en el río, lo que ha provocado en los últimos años
algunos accidentes de tráfico, si bien sin daños personales, "y
sustos y frenazos de coche casi a diario, al menos en época de primavera,
cuando se mueven más".
Estos
animales provocan daños en las zonas de cultivo próximas al pueblo.
"Los campos de almendros y olivos jóvenes no prosperan y los
huertos que no están vallados, acaban destrozados", explica. Añade que las
cabras muerden también el césped del parque infantil que hay junto a la ermita.
Para evitar estos
problemas, el Ayuntamiento y algunos particulares han cedido a la Sociedad de
Cazadores que gestiona el coto de caza parcelas en zonas altas de la
montaña en las que, desde este año, se ha sembrado cereal. El
objetivo es que los animales encuentren en su propio hábitat el
alimento que necesitan y no se desplacen hasta los aledaños del pueblo.
"Hace unos años, cuando empezamos a verlas, nos parecía algo curioso y la
gente disfrutaba contemplándolas en lo alto del monte desde la terraza del bar
de la carretera, pero ahora son un inconveniente", destaca el alcalde
de Gargallo.
Los últimos recuentos oficiales en el entorno de Gargallo arrojan un censo de alrededor de 300 cabras montesas. Javier Gargallo, concejal del Ayuntamiento de este municipio y miembro de la Sociedad de Cazadores, señala que desde el coto de caza "se intenta controlar" el crecimiento del número de estos animales, que proliferan al no estar bajo la amenaza de ningún depredador y se acercan cada vez más a los núcleos urbanos a medida que estos se despueblan.
Los últimos recuentos oficiales en el entorno de Gargallo arrojan un censo de alrededor de 300 cabras montesas. Javier Gargallo, concejal del Ayuntamiento de este municipio y miembro de la Sociedad de Cazadores, señala que desde el coto de caza "se intenta controlar" el crecimiento del número de estos animales, que proliferan al no estar bajo la amenaza de ningún depredador y se acercan cada vez más a los núcleos urbanos a medida que estos se despueblan.
El concejal
considera que son un problema para el tráfico pero también es una
atracción turística porque va mucha gente a verlas, no obstante, que,
al menos, sería conveniente que la Administración
competente "reforzara" la señalización que advierte de
la presencia de fauna silvestre en la travesía urbana de la N-420 por Gargallo,
ya que esta carretera solo cuenta con la típica señal triangular que indica
peligro con un ciervo saltando en su interior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario