La elaboración de una escopeta de calidad es un
trabajo hecho a mano, muy laborioso y que exige un gran esfuerzo y una
dedicación esmerada. Con el trabajo que realizan los artesanos, demuestran su
habilidad y experiencia logrando no sólo mantener el prestigio de las armas que
fabrican, sino que, con sus manos consiguen crear auténticas obras de arte de
una calidad y exquisitez fuera de toda duda. Gracias a su trabajo, la escopeta
se convierte en algo más que una herramienta para cazar.
En primer lugar se fabrican los cañones, que
son el resultado del trabajo sobre unas barras de acero. Las barras
empiezan a tomar forma en la forja. Después los operarios trabajan el acero con
hornos y prensas hasta que el material adquiere la forma y dureza adecuada para
la fabricación de los cañones. Una vez se obtienen las barras para formar los
cañones, se recortan a la medida del modelo de escopeta que se quiera fabricar
y se enderezan con la prensa hidráulica. Este primer enderezado está
supervisado simplemente por el ojo experto de un operario.
A la barra se le hace un taladro que obviamente la
convierte en un cañón, se le pulen los extremos y se le somete a otro
enderezado con prensa, ahora el enderezado se comprueba tomando como referencia
el interior del cañón. Seguidamente mediante un torno se elimina la capa
externa que hará al tubo más ligero.
Finalizados los procesos anteriores se trabaja la
parte de la báscula de cada cañón para que la distancia entre los centros sea
la adecuada, todo esto antes de bruñirlos. El bruñido es un procedimiento
mediante el cual se arranca viruta con el propósito de elevar la precisión y
calidad superficial, además de mejorar la cilindridad. Mediante este proceso,
se elimina cualquier diferencia de cotas en los cañones hasta las milésimas de
milímetro.
Después se unen los dos tubos con una técnica que se llama “atado”. El atado es
un trabajo manual en el cual los dos cañones se sujetan con alambre y se unen
mediante dos piezas llamadas lista y solista, esta última formará el punto de
mira de la escopeta. Para la soldadura, que será casi inapreciable a simple
vista, se suelen utilizar hilos de plata.
A continuación viene el trabajo de los basculeros,
que adaptan cada pieza con muchas horas de lima y tiznado hasta que aseguran el
ajuste perfecto entre la báscula, las pletinas y demás piezas. Realmente la
faena de basculero es muy complicada y requiere la máxima precisión para que el
resto del trabajo sobre el arma tenga total garantía. En realidad su trabajo
quedará escondido detrás de belleza de los grabados pero es sumamente
importante ya que la báscula es la piedra angular de la escopeta y con ella se
asegura la perfección de las líneas del arma y su buen funcionamiento.
Rematados los cañones y la báscula
totalmente a mano y con diversas limas, se colocan los expulsores o extractores
según su caso. Los expulsoristas serán los responsables de que los expulsores,
las uñas, percutores, bisagras etc, se ajusten y funcionen a la perfección.
Posteriormente es el turno de los culateros, que son verdaderos artesanos
de la madera. Tienen como misión modelar las culatas para que las piezas
metálicas encajen con precisión en ellas. A este proceso se le conoce como
vaciado de la culata y se hace poco a poco comprobando el ajuste de la báscula
con la madera constantemente para que no quede ningún espacio entre la madera y
el metal.
Seguidamente se lija la culata y se le realiza el
picado o segrinado a la garganta y al guardamanos. El segrinado consiste en una
serie de rayas entrecruzadas que se realizan sobre la madera para facilitar que
el cazador agarre mejor la escopeta, evitando que se le resbale. Aparte de esto
la picadura embellece en gran medida el arma.
El trabajo de segrinado o picado se realiza con la
ayuda de una herramienta que llamada serreta en la que se han tallado unos
dientes de sierra con una profundidad aproximada de un milímetro. Se pueden
elegir diferentes tipos de acabado; el normal, el entrefino y fino según el
número de líneas por pulgada.
Finalizado el trabajo de segrinado de la culata, se le
da el tratamiento final, que puede ser al aceite o al barniz. El tratamiento al
barniz es más barato ya que lleva menos capas pero los resultados no son tan
buenos, el aceite resalta la belleza de la veta natural de la madera
proporcionándole el aspecto que debe tener una culata de alta calidad.
Después se pulen y se tratan los cañones, bien con
un pavonado o con un baño de cromo negro y por último se lleva la escopeta al
banco oficial de pruebas para verificar que funciona correctamente recibiendo
los punzones del peso del cañón, marca, calibre, chokes así como la prueba de
carga a la que ha sido sometida.