El cazador Alfredo Calpe Doñate, que
el pasado día 26 de octubre falleció de un disparo mientras se encontraba
en una batida en Artana, Castellón, recibió el disparo mortal de uno de
los perreros que se encontraban conduciendo las rehalas, y no de una compañero
de puesto, como se dijo en un primer momento.
Una vez realizada la reconstrucción de los
hechos, el accidente que costó la vida a este consumado y experto cazador y
tirador deportivo, de 35 años de edad, fue originado por uno de los
batidores que portaba un rifle y que disparó en dirección hacia el
lugar donde se encontraba el cazador, debidamente pertrechado con su
chaleco reflectante, y en el puesto exacto que le había
correspondido en suerte.
El causante de la muerte de Alfredo
Calpe, disparó a una distancia de en torno a los 60 metros del fallecido,
y habría confesado al juez la autoría del disparo durante la
reconstrucción de los hechos, por lo que no se estaría hablando de un
accidente de caza, si no de un homicidio involuntario. La Ley de caza
estipula y prohíbe que los rehaleros puedan portar ningún tipo de rifle durante
la acción de batir el monte, y mucho menos disparar hacia el lugar donde
se encontraban los cazadores.