Como en otros órdenes de la vida, las formas, en la
caza, tienen su porqué y su importancia. La permanencia de ciertas maneras a la
hora de cazar se llama tradición y el paso de los años la respeta y va
embelleciendo sus perfiles. Pero no todas las tradiciones merecen igual
respeto, pues algunas responden a la sacralización de algunos colectivos y
empieza a estar mal visto la caza, aunque la mayor en muchos casos puede ser
una plaga originando daños y accidentes pero aun así no está bien visto hoy en día
alegando quejas y otras soluciones, que si el maltrato animal, que si por diversión
otros lo arreglaban echando lobos como si los lobos no prefieren mucho mejor
una oveja que una cierva o jabalí.
En los
tiempos que corren, con tanta sequia y con la merma de la caza menor con
nuestra perdiz roja y nuestras liebres enfermando por el uso indiscriminado de productos
químicos en la agricultura, y con el conejo en horas bajas por la nueva cepa de
la vírica, se impone más que nunca la mesura y el sentido común a la hora de cazar.
Una manera de ayudar a una y a otro sería desvistiendo de modernidad nuestro
equipo, restándole, por ejemplo, la discutible eficacia del tercer tiro de las
semiautomáticas; también echaríamos una mano utilizando calibres más pequeños
que el doce, que al cerrar un poco más el tiro, exigen una mayor destreza al
cazador; o escatimando un poco los cartuchos, no disparando sobre piezas en el
límite o fuera de tiro, tal y como lo hacían nuestros abuelos cuando los
cartuchos eran un lujo a dosificar. En definitiva, cazando de una manera más
tradicional, más cabal y más honrada con el campo.
Seguir
ciertas tradiciones, ya digo, que merecen la pena es la mejor forma de ponerle
mesura a la excesiva eficacia con la que en ocasiones se viste la tecnología;
también es una manera elegante de conducirse en el monte y en la vida, de
mostrarle respeto al campo y de honrar la nostalgia de otros tiempos y el
recuerdo de aquellas personas de las que heredamos esta impagable pasión que es
la caza.
No puedo estar más de acuerdo.
ResponderEliminarCreo que en los tiempos en los que vivimos no se puede concebir la caza de otra manera. Dejar atrás la avaricia, y disfrutad del campo, matando menos y respetando más.
Qué palabras más sabias!!
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