Como una auténtica fuerza de la
naturaleza, el jabalí cruza barrancos, atraviesa campos, pasa ríos, recorre
montes,... Podemos decir que se trata de uno de los mamíferos mejor adaptados
del suelo ibérico y que mayor presencia en toda la geografía peninsular.
El jabalí no es tan fiero como lo pintan,
son animales sociables que se reúnen en grupos matriarcales, dirigidos siempre
por la hembra de mayor edad. Una vez cumplen el año, los machos suelen llevar
una vida en solitario excepto en el periodo de celo, de noviembre a enero, en
el que buscan hembras receptivas. Los cachorros nacen con unas características
franjas longitudinales en el pelaje a lo largo de su cuerpo, por lo que se les
llama rayones, pasando a ser llamados bermejos cuando, tras unos meses, el
color del pelo se torna de un rojo uniforme.
Gracias a su gran capacidad de
adaptación al medio, podemos ver jabalíes en la mayoría de los territorios
agrestes de la Península Ibérica, si bien aquellos se muestran escurridizos al
ojo humano, como la mayoría de los mamíferos salvajes. Sin embargo, no son
raros los encuentros fortuitos con jabalíes a lo largo y ancho de nuestra
geografía.
Un jabalí con su gran envergadura y sus
afilados colmillos, es un animal que puede ser peligroso si somos víctimas de
un ataque. Además, las heridas producidas por sus colmillos fácilmente se nos complicarán
con alguna infección. Un jabalí, como todos los animales "silvestres"
sólo ataca cuando se ve acorralado o para proteger a su prole.
Cuando se ve acorralado por el acoso de
los perros o se encuentra herido por el disparo del cazador es fácil que
arremeta contra nosotros si nos encontramos cerca deberemos mantener la calma
para asegurar el ultimo disparo antes de que nos peque el revolcón, si en estos
momentos estamos desarmados nos
deberemos poner a cubierto como puede ser subir a un árbol o coger un palo.
En
las monterías son frecuentes los agarres de jabalíes que durante las batidas
son alcanzados por las rehalas y cuando el jabalí es pequeño o es una hembra el
agarre no se complica mucho y el perrero lo remata a cuchillo, pero cuando se trata de un buen macho que planta
batalla con sus afilados colmillos pueden salir heridos unos cuantos perros e
incluso el cazador realizando grandes heridas al que se pone por delante.
Terminada la batida hay veces que toca realizar
la cura de perros cosiendo y mas tarde subministrar antibióticos para prevenir
infecciones.
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