Cada año, desde finales de agosto hasta
principios de octubre dependiendo de la situación geográfica y la evolución del
clima es decir de las lluvias de otoño los ciervos entran en celo y se aparean con las ciervas ofreciendo un
hermoso ritual que no deja indiferente a quien tiene la suerte experimentarlo.
El ciervo es una especie
autóctona en la sierra de Albarracin y, sin lugar a dudas, uno de los animales
más espectaculares de cuantos podemos ver en nuestros montes.
Una de las características
definitorias de esta especie es el denominado desmongue que todos los años, al
final de invierno, el macho pierde la cornamenta quedando totalmente desarmado
durante cuatro meses, tiempo que tarda en
volver a tener unos cuernos perfectamente formados.
Según va creciendo el animal, a
cada desmongue la cornamenta va aumentando en tamaño consiguiendo su mayor desarrollo
cuando el ciervo cumple los seis años.
Como ocurre con otras modalidades
cinegéticas, lo fundamental para el cazador antes de aventurarse a
realizar un rececho es conocer bien el terreno.
Para ello debemos reconocer el
terreno previamente con el fin de conocer la orografía, veredas y
sendas de paso de la zona. Tanto las escotaduras como la frescura de
los excrementos son excelentes fuentes de información que nos
ayudarán junto con la lectura de huellas a determinar las
posibilidades del cazadero.
Si somos capaces de
"leer" el suelo, guiándonos por las huellas que nos encontramos podremos
establecer de forma aproximada la envergadura y edad del animal, si
es este joven o adulto, si pasaba tranquilo o corriendo, en grupo o solitario
etc.
Toda una serie de signos que
reflejan las huellas que nos permiten saber de qué tipo y condición son los
animales que frecuentan el paraje y que todo
buen recechista debe tener en cuenta para localizar la pieza deseada.
En los últimos días de berrea,
cuando los grandes ciervos sufren las secuelas del gran desgaste físico al que
se han visto sometidos, es fácil
localizarlos buscando la sombra e incluso podremos verlos dormidos en pleno
día. Las posibilidades de localizar un
buen trofeo se multiplican en esta época y los grandes ciervos suelen dar la
cara en algún momento de la mañana o a última
hora de la tarde.
Otro dato importante es saber
dónde comen y abrevan, no tanto los propios machos como las hembras, si hay
huellas que confirmen su presencia los
machos andarán cerca en plena época de celo.
Se trata de un rececho, en el que basta con
echarse al monte a las horas de anochecida y/o amanecida, cuando podremos
escuchar los berridos; unos sonidos que nos servirán para localizar al ciervo al que el cazador deberá acercarse sigilosamente para después tratar de
abatirlo.
Una dificultad marcada
principalmente por el tipo de terreno por el que nos debemos mover. Debemos
tener en cuenta que nos encontraremos a mediados
del mes de septiembre, por lo que habremos dejado atrás un caluroso verano que
sin duda tiene sus efectos sobre
nuestros campos: el monte estará sumamente seco y moverse en él sin hacer ruido
será algo así como “misión imposible”.
En este sentido hay quien ha desarrollado
auténticas teorías sobre cómo debe andarse el monte en la berrea: apoyar toda
la planta del pie, empezando desde el talón hasta la punta, en un movimiento
pausado y sabiendo siempre de antemano donde vamos a colocar el
siguiente pie.
Las paradas deberán ser, obligatoriamente,
muy numerosas, puesto que son imprescindibles para
reconocer el terreno correctamente y para poder llegar a determinar de
dónde surgen los berridos.
Si el terreno, todavía se encuentra
demasiados seco y presenta unas condiciones en las que es
imposible caminar sin delatar nuestra presencia, tal vez lo mejor sea
buscar un lugar querencioso para situarse tranquilamente a la
espera. Para ello lo mejor es buscar los lugares por dónde suelan carear
las hembras y apostarnos por allí.
Aparte de los cebaderos, las
bolas de sal y los consabidos puntos de agua, existen otros lugares concretos,
conocidos como “plazas o picaderos”. Se
trata de arenales abiertos de vegetación a donde los venados acuden con asiduidad durante la berrea, resultando
también ser unos sitios estratégicos para esperarles y a poder ser a espaldas del sol
En cuanto al disparo debemos tener en
cuenta que normalmente tiraremos sobre un animal que se encontrará parado y que
además no debe saber nada de nuestra presencia. Como ya hemos dicho, conviene
acercarse lo máximo posible y casi con seguridad tendremos la posibilidad de
apoyarnos correctamente. Esto unido al tamaño de la pieza que estamos intentando
cobrar, hace que se reúnan todas las características para un disparo perfecto;
a pesar de lo cual los errores
son algo común.
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