A pesar su reducido tamaño, el
corzo es uno de los trofeos más exitosos y deseados por cualquier cazador.
Presenta dimorfismo sexual, es
decir los machos se diferencian de las hembras), tanto por el tamaño (cerca de
25 Kg en los machos, no mayor de 20 en las hembras), como por la presencia de
cuernas solo en los machos, sin olvidar la forma del escudo anal. En los machos
este escudo es arriñonado y en las hembras muestra forma de corazón, pudiendo
ser utilizado para diferenciar al corzo de otras especies de cérvidos en la
distancia.
Herbívoro considerado
prácticamente forestal, saldrá a campo abierto en contadas ocasiones, para
añadir a su dieta de hojas de arbustos y árboles bajos, algunas hierbas.
El corzo renueva su cuerna año
tras año, empiezan a caer su cuerna en otoño, terminando de crecer por completo
a finales de primavera. El corzo es polígamo, copulando el macho con varias
hembras y defendiendo su territorio frente a otros machos competidores. El
terreno dominado por un macho, suele ser de unas 7 hectáreas, siendo una
especie territorial.
En cuanto a la época de celo, se
desarrolla en los meses de julio y agosto y las crías (de 1 a 3), nacerán en
mayo o junio, permaneciendo junto a la madre hasta el nacimiento de las
siguientes.
Destaca también por sus hábitos
nocturnos, puesto que es únicamente con la oscuridad cuando el corzo sale a los
pastos para alimentarse; pasando el día encamado o rumiando todo el alimento obtenido
durante la noche.
Es de costumbres rutinarias, por
lo que podremos verle recorrer los mismos caminos y acudir a los mismos
abrevaderos y comederos todos los días a la misma hora.
Las mejores
horas para cazar el corzo
Para disfrutar de la experiencia
del rececho en toda su profundidad hay que cazar lentamente, rastreando con
sigilo de depredador cada recodo del monte. Haciéndolo de esta forma, en
cualquier momento, inexplicablemente ajeno a la presencia del cazador, le
sorprenderá la aparición del corzo.
Como ya hemos comentado
anteriormente, el corzo es un animal que presenta mayor movilidad al amanecer y
en el crepúsculo. En estas horas será más fácil su localización. Por lo tanto,
en las madrugadas antes de que despunte el alba sería necesario estar en el
campo, pero cuidado, no es conveniente que comencemos el rececho si todavía no
se ve adecuadamente, pues es más que probable que pasemos de largo a ese corzo
que con tanta insistencia venimos buscando.
En los atardeceres debemos tener
paciencia y aguantar en el sitio que pensemos que el animal tiene su querencia
hasta que ya no haya luz, pues los machos, y más aún los grandes, salen de la
espesura cuando hay muy poca luz. Es su manera de defenderse de su principal
depredador, el hombre.
De todas formas no pensemos que
sólo seremos capaces de localizar un corzo a primerísima hora de la mañana o a
última de la tarde. Son muchas las veces que se localizan comiendo
tranquilamente en un sembrado a las diez de la mañana. Dependerá en gran medida
de la presión a la que estén sometidos en la zona en la que cazamos.
Como norma general, diremos que
se suele dar por terminado el rececho a eso de las diez y media de la mañana,
comenzando nuevamente por la tarde a eso de las siete. Ir acompañado de un
profesional nunca viene mal, pero en esta modalidad de caza, es crucial para un
desarrollo exitoso el conocimiento del terreno, y de la querencia de los
animales definirá el resultado final, y a falta de conocimientos al respecto,
nada mejor que un buen auxiliar, como son los guardas de caza.
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