El
conejo es un animal territorial de unos 500 m² le gusta vivir en largas y
complejas madrigueras. Animal de hábitos nocturnos y
crepusculares, se alimenta desde que anochece hasta que amanece de hierbas y
gramíneas y pasa la mayor parte del día en sus madrigueras.
Habitualmente son muy silenciosos pero
emiten fuertes chillidos cuando están asustados o heridos.
Ante la presencia de un potencial
depredador permanece inmóvil intentando pasar desapercibido antes de huir a la
carrera hasta un refugio.
Son fértiles durante todo el año
pero la mayor cantidad de nacimientos se dan durante la primera mitad del año.
El periodo de gestación dura
32 días y las camadas oscilan normalmente entre 4-10 individuos.
Su
longevidad entre 3 y 4 años en libertad, mientras que en
cautividad puede alcanzar de 6 a 8 años de vida.
Excrementos:
Los
excrementos de conejo tienen un característico e inconfundible aspecto esférico
de 1 cm. de diámetro, siendo su color oscuro, aunque más o menos variable,
dependiendo de los alimentos consumidos y va desde un color grisáceo hasta el
negro, pasando por tonos marrones. Es de menor tamaño que la liebre. Muy
característicos son los cagarruteros del conejo donde acumulan los excrementos
de varios ejemplares de una misma colonia en grandes depósitos, que pueden
alcanzar un tamaño considerable.
Otros rastros:
Las excavaciones, que son pequeños movimientos
de tierra de unos pocos centímetros de profundidad, sin finalidad
aparente.
Uno de los males que afectan gravemente al conejo de
monte es la mixomatosis, una enfermedad infecciosa que
aparecía en algunas granjas de Sudamérica y que fue llevada a Australia para
controlar la enorme cantidad de conejos que había después de su introducción.
Visto que aquella enfermedad producía una mortalidad del noventa por ciento de
los individuos, un médico francés inoculó una de las cepas a un ejemplar y
lo soltó en su finca de Francia como método para controlar la población de
conejos que invadían su huerta.
El resultado de aquel experimento fue la expansión
rápida de la mixomatosis, a mediados de los años 50, por toda Europa, y no
tardó en cruzar por los Pirineos y afectar con rapidez a todas las poblaciones
de conejos de España.
Pasados casi treinta años, cuando parecía
que esta enfermedad empezaba a remitir en algunas zonas, pues estaban
apareciendo ejemplares de conejos resistentes a la misma, aparece una nueva
enfermedad más virulenta que la anterior: la enfermedad vírica hemorrágica del
conejo, que desde China se expandió por el mundo a finales de los años 80.
Como consecuencia de todo esto los
agricultores se mostraron muy contentos porque hicieron desaparecer a los
grandes enemigos de sus cosechas, pero para el campo y la fauna de España
supuso un desastre ecológico de grandes proporciones y del que no se ha hecho
mucha mención.
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